dilluns, 7 de juliol del 2014

Perro apaleado

- Eres mi perro.


Lo repite una y otra vez mientras le pega una patada, otra, y otra. “Eres mi perro”, y con esa frase se demuestra a sí misma que puede hacer con él lo que quiera. Su perro, su juguete, su esclavo.

¿Y qué hace él? Aceptarlo, de vez en cuando le gruñe, o intenta huir con el rabo entre las piernas. Pero la mayoría de las veces acepta los golpes sin apenas oponer resistencia. Se dice a sí mismo que su vida va bien, que para ser un perro vive en un entorno de lujo que ya querrían para sí muchos otros. Incluso hay momentos, los menos, en que ella no es así, le sorprende con una acaricia, con un beso, con palabras de amor. En esos momentos él se siente el perro más feliz del mundo y no desea nada más que estar con su ama, hasta que, de repente, de nuevo, una patada inesperada y ella repite la misma frase como si de un mantra se tratara “Eres mi perro”.

Y sí, tiene razón, él es su perro, siempre será su fiel y dócil perro apaleado.

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