dijous, 8 de maig del 2014

Profecías en el balompié

Sobre su mesa descansa un tarro de miel. De vez en cuando, él desenrosca la tapa y con su dedo índice rebaña una porción del dulce elemento. Mientras lo hace, escucha atentamente a su cliente.

- Mire, la verdad es que estoy pasando por un mal momento. Todos los negocios en los que me meto se van al garete, y ya no sé qué probar para cambiar mi suerte.
- Entonces, usted lo que desea es que yo le aconseje, ¿correcto?
- Sí, eso es. Necesito que utilice sus poderes para orientarme, a ver si consigo de una vez dar con la tecla correcta.
- Bueno, veamos. ¿En qué le gustaría trabajar?
- ¿Trabajar?
- Trabajar, ¿no es eso lo que quiere?
- ¡No, no, no! Ha habido un malentendido. Yo lo que quiero es ganar mucho dinero.
- ¿Sin trabajar?
- ¡Eeeeeso! Yo pensaba en algo así como las apuestas deportivas, que se ve que ahora están muy de moda.
- ¿Quiere que le adivine resultados deportivos?
- Para ser adivino le ha costado entenderme.

El vidente vuelve lentamente a retirar la tapa del tarro y de nuevo pasa el dedo índice por aquella sustancia tan pegajosa como agradable. El silencio invade la estancia, se instala como un tercer personaje dentro de la habitación. Pero se rompe repentinamente al lanzar el brujo una pregunta al aire.

- ¿Sabe usted de fútbol?
- Ni idea. Y no creo que sea necesario.
- No crea. Debería saber que en el deporte, como en la historia, se producen ciertos comportamientos cíclicos inexplicables.
- No le comprendo.
- Le pondré un ejemplo. La final de la Europe League la juegan el Benfica y el Sevilla.
- ¿Y?
- El Benfica sufre la maldición de Guttmann desde hace más de cincuenta años por la que es incapaz de ganar una final. Ha perdido siete seguidas. Por otro lado, al Sevilla le ocurre todo lo contrario. No ha perdido ninguna de sus dos finales.
- ¿Eso quiere decir que el Sevilla ganará?
- Evidentemente.
- Eso es de mucha ayuda pero seguro que muchos lo tienen en cuenta y las apuestas estarán por los suelos.
- Aún no he terminado. También podemos asegurar quién va a ganar la Champions por un detalle.
- ¿Cuál?
- El equipo que elimina al Barça de Messi siempre gana la Champions.
- ¿Siempre?
- Efectivamente. Manchester United, Inter de Milán, Chelsea, Bayern de Munich. Algunos estuvieron contra las cuerdas o luchando contra sus propios fantasmas, y aún así ganaron.
- ¿Qué quiere decir?
- El Manchester estaba a punto de perder la final pero John Terry falló el último penalty que hubiese dado la copa al Chelsea resbalándose al chutar. Dos años después, el Chelsea estaba mermado por muchas bajas y su contrincante era el favorito de todas las apuestas, incluso tuvo que remontar un gol en contra. Y el año pasado, el Bayern se presentó con la etiqueta de gran perdedor de finales de Champions, sumado al gafe que sufría su estrella Robben, y aún así ganaron tras eliminar al Barça en semis. Por lo tanto, el favorito claro para mí es el equipo que ha eliminado al Barça, el Atlético de Madrid.
- ¿Pero el favorito no es el Real Madrid?
- Sí, y aquí está la ganancia.
- Esto ya me gusta más.
- Espere, aún no he acabado. También sabemos quien va a ganar la Liga.
- ¿Quién?
- El Barça ha ganado el campeonato todos los años que ha ganado en el campo del Getafe. Este año también consiguió la victoria allí.
- Esto es un poco absurdo.
- Pero es un hecho. Y fíjese como parece un milagro que con lo mal que están jugando sigan con posibilidades de luchar por el título. Por muy mal que lo hagan, los astros se alinearán para que ellos ganen.
- Me deja usted anonadado. ¿Y no hay margen de error?
- Bueno, alguna vez se producen accidentes.
- ¿Accidentes?
- Sí. Por alguna razón los astros se relajan y dejan que el azar domine la situación. En ese caso puede pasar de todo y de un modo exagerado. Es en esas situaciones cuando se rompen las profecías. Aún así, por ejemplo, en la final de Champions hay otro dato más: sólo ha habido otra final en Lisboa, la que ganó el aguerrido Celtic de Jock Stein al Inter de Milan de Helenio Herrera. Los italianos eran los favoritos pero el Celtic, un equipo humilde, les ganó. El resultado, 2-1.  Podría decirle que este va a ser el resultado de la final de este año.
- ¡Impresionante!
- Pero recuerde que siempre puede haber accidentes.
- Sí, sí, claro.
- Bueno, pues eso es todo lo que le puedo decir.
- Ya que estamos, ¿puedo aprovechar para preguntarle quién va a ganar las próximas elecciones Europeas?
- La pregunta es incorrecta. Lo importante no es saber quién las ganará, si no quién las perderá.
- ¿Y quién las perderá?
- El pueblo. Por cierto, son cien euros.
- Le pagaré cincuenta, no llevo más.
- Sé que tiene cien. Si no me los da a mí se los tendrá que dar al ratero que va a atracarle cuando salga a la calle.
- ¡Joder con el adivino!

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