dimecres, 26 de març del 2014

Olvido

Hoy todos dicen que fuiste el artífice de la democracia en España. Ninguno de tus compañeros de profesión se ha salido del guion, ninguno sin excepción; todos alaban tu savoir-faire  en aquellos años difíciles en los que España se quedó sin nadie al volante y el vehículo daba bandazos de izquierda a derecha, de derecha a izquierda, hasta que llegaste tú y lo centraste en el carril. Sí, tú eras el centro, la elección más aterciopelada en un momento tan convulso. Seguramente fue la mejor decisión hace cuarenta años, aunque ahora se nos antoje poco ambiciosa, pero ¿qué más se podía hacer? Seamos realistas, el poder seguía en manos de los de siempre, pero se habían quedado sin nadie que pudiera dar la cara por ellos, así que no les quedaba más remedio que disimular y ceder. Al fin y al cabo sólo se trataba de pasar por maquillaje, el lobo se ponía la piel de cordero pero seguía mostrando los colmillos a los políticos que quisieran pasarse de listos, así lo dejaron claro un 23 de febrero. Quizás aquello no quiso ser más que un aviso a navegantes, “estamos aquí y podemos volver cuando queramos, no os equivoquéis”.
 El tiempo ayudó a que unos y otros se tranquilizasen al ver que las aguas volvían a su cauce. La casta dominante comprobó que la democracia no les restaba poder; el pueblo descubrió que había un resquicio para la esperanza, sobre todo cuando entramos en la Unión Europea. Para entonces él ya había caído en el olvido, había forjado un partido nuevo al que el pueblo le dio la espalda tal y como sus compañeros le habían dado la espalda a él mismo. La democracia que él había gestado, su propia hija, le había despedido. Desde entonces los dos partidos más poderosos quisieron ocupar electoralmente el centro que él había representado diez años atrás, ¡hipócritas! Por culpa de ellos ahora volvemos a estar divididos regresando a la situación que se daba hace ochenta años. Creyeron que todo valía para perpetuarse en el poder: la mentira, el odio, la intolerancia y el patriotismo mal entendido y manipulado.

 No sólo tú olvidaste, tus compañeros de profesión también lo hicieron, y el pueblo no fue menos. Estamos en un país que también sufre alzheimer, pero no como enfermedad si no como defecto. Somos tan torpes que no perdonamos  pero sí olvidamos.

2 comentaris:

armelladense ha dit...

descanse en paz

Miguel Emele ha dit...

Excelente homenaje.

Licencia de Autor