diumenge, 6 de novembre del 2011

Entre nosotros

Entró tambaleándose en la habitación de su hija. No hacía más de un minuto que su mujer le había despertado:


- Anesti, ¿oyes a la niña?
- mmm, no ¿qué ocurre?
- ¡Parece que esté hablando con alguien! ¿Por qué no vas a ver qué le pasa?
- ¿Qué le va a pasar?, estará hablando sola, todos los niños lo hacen. Se aburren y hablan solos, yo también lo haría si me despertara de pronto y me aburriera.
- Va, Anesti, por favor.
- De acuerdo.


Anesti entró en la habitación de su hija. Allí estaba ella, de pie sobre las barritas de su cuna. Hacía pocos días que había aprendido a levantarse ella solita en su cuna, eso abría infinitas posibilidades para sus juegos, y también para los riesgos que podía correr. Por ello que la mujer de Anesti estuviera tan preocupada ante cualquier sonido que llegase desde la habitación de su hijita. La niña se agachó y cogió un juguete de los que abundaban en su cuna. Se volvió a levantar y se lo ofreció a su padre. Anesti se emocionó al comprobar los nuevos logros que cada día alcanzaba su hija, le cogió el juguete que ella le ofrecía en su mano.
A continuación, ella se volvió a agachar por otro juguete, pero esta vez, no se levantó dirigiéndose hacia su padre, si no que se giró hacia el otro lado, se volvió a levantar sobre los barrotes de la cuna y alzó la mano con el juguete. Anesti sintió un escalofrío, su hija estaba ofreciendo el juguete a algo invisible. De forma inconsciente le cogió el juguete a su hija, que no tardó en quejarse de que su padre cogiese el regalo que no era para él.
Anesti sintió de pronto una presencia a sus espaldas. Se giró y casi sufre un ataque cardiaco al ver junto a la puerta a una mujer en camisón, con los cabellos sueltos alborotados.


- ¡Joder Mireia!, ¡qué susto me has dado!, ¡no vuelvas a hacerlo!
- Te estaba llamando desde la habitación y no contestabas, así que he venido a ver que pasa.
- Todo está bien, no te preocupes, lo que pasa es que tu hija tiene amigos invisibles. - Anesti rió jocosamente, casi de forma exagerada.
- ¿Qué hacía?
- Le estaba ofreciendo juguetes a algo que ella sólo ve y que estaría en ese rincón, donde su mesi....


Anesti no acabó la frase, al mirar hacia lo dirección donde señalaba, vio que encima de la mesita descansaban unos cuantos de los juguetes de su hija, perfectamente colocados. Esos juguetes nunca salían de la cunita de la niña.


Anesti y su mujer se miraron nerviosos y sin saber qué hacer, mientras la niña seguía mirando hacia la mesita de aquel rincón oscuro.

9 comentaris:

Unknown ha dit...

Que miedoooo!

Wambas ha dit...

Está basado en hechos reales. Paka garse!!!

Un abrazo

Anònim ha dit...

Que logrados los nombres ficticios de la historia, jeje. Me recuerdan a alguien pero no recuerdo ahora, me he quedado en BLANCO.

A ha dit...

En el mundo de los niños a veces hay sustos de esos, juguetes que empiezan a funcionar a medianoche, muñecos con voces que acojonan (en la linea de la niña del spot de Ikea)
Mejor no pensar...
Muy bueno el relato.
Besososo

FEBE ha dit...

Me a sabido a poco, es muy corto, me gustaría que pasó. Podría ser una novela muy ineteresante.

Anònim ha dit...

oye, esto es una paranoia... yo una vez en Escocia conté una historia de miedo a mi hermano pequeño sobre el b&b donde íbamos a pasar la noche y luego la que no pudo dormir en toda la noche fui yo!!!

mireia

Wambas ha dit...

@Garmared: No sé de qué me hablas :P

@Amparo: A mi la voz de la niña de Ikea también me pone el vello de punta.

@Febe : Todo se andará. Pero no sé si llega para hacer una novela :)

@Mireia: Y yo recuerdo otra historia de miedo en Escocia, en el norte,...pero eso ya lo contaré otro día, jejeje

Muchas gracias a todos

Miguel Emele ha dit...

El cuento: cortito pero espeluznante. Para irse a cuarto milenio entre las historias inquietantes de cada semana.
Dicen que los niños y los animales ven cosas que nosotros no vemos. En realidad se afirma por ahí que los adultos sólo vemos lo que queremos ver, el resto: ni aunque lo tengamos delante de las narices. Como si la mente condicionara la visión.
Digo esto porque he recordado aquella escena de la película "¿y tú qué sabes?" donde explican que los nativos americanos fueron incapaces de ver llegar las carabelas porque nunca habían imaginado tal cosa. Fue el chamán, con sus habilidades especiales y su mente abierta a los misterios de la magia y de la vida, el que pudo distinguir entre las olas aquellas impensables embarcaciones.
No sé si será verdad tal cosa. Lo que sí tengo claro, como fotógrafo, es que el cerebro discrimina muy bien. Y ahora recuerdo cuando comenzaba a hacer fotos de reportajes infantiles a domicilio y pensaba que hacía bien las fotos porque sólo veía que colocaba muy bien a los niños en unas poses muy acertadas que me habían enseñado. Resultó que me hubieron de hacer ver que, además de unos chicos muy guapos y muy bien colocados, en las fotos también se veían, al fondo, todos los medicamentos en la mesita de noche y desaciertos de ese tipo que con el tiempo aprendí a ver y evitar antes de disparar.
Un abrazo, amigo Wambas, y perdón por el tocho que te he soltado.

David ha dit...

bon relat, tots els pisos (i especialment les cases) s'impregnen una mica del misteri propi de la nit. Qui no ha sentit, des del llit, un misteriós soroll provinent d'un moble del menjador ?
Com diu el Miguel, veiem només el que estem predisposats a buscar i trobar. La nostra percepció està molt condicionada pels nostres interessos, i som gairebé cecs davant del que en queda fora, per més que ho tinguem a un pam del nas.

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