dissabte, 14 de novembre del 2009

El regalo

Sonaba el móvil. La chica lo sacó de su bolso marrón con flecos. Era la única pieza de su indumentaria que no era negra. Su aspecto, que algunos habrían definido de gótica, chocaba por completo con ese bolso, vamos, que no le pegaba para nada, dándole un toque hortera.


- Dime...¡Mierda!, justamente hoy....no, no puedo, es el cumple de mi viejo, y no me lo puedo perder por nada, otro día será...gracias...yo también te quiero.


La chica cerró la tapa del celular y siguió tomándose su cerveza Mahou en aquel bar. Se moría de ganas por fumar, así que decidió pedirle un vaso de plástico al camarero y salió fuera del establecimiento para poder fumarse el cigarrillo, a la fría intemperie otoñal, sin infringir ninguna ley. Su padre le había comentado alguna vez que hacía mucho tiempo, cuando ella era un bebé, aún se podía fumar en los bares, y que seguramente en uno de esos, a ella le habría venido el vicio del tabaco, prácticamente recién nacida, mientras sus padres se tomaban unos pinchos de tortilla, acompañados de unas cortos, en el casco viejo de Pucela. ¡Cómo le hubiese gustado a ella poder disfrutar de un buen piti calentita en el bar! Ahora era imposible fumar entre cuatro paredes, no había un puto local donde estuviese permitido. 
Cuando hubo terminado el cigarrillo volvió a su mesa, apuró la cerveza, que seguía igual de fría gracias al frío de la calle, cogió su chupa negra y se marchó del garito tras abonar los ocho euros de su cerveza.
Aún no le había comprado el regalo a su padre, así que disponía de dos horas escasas antes de volver a casa. Esta parte del cumpleaños era la que le daba más palo. Nunca sabía que comprarle a su padre. Dos años antes, había triunfado comprándole una guitarra acústica nueva. Su padre era un enamorado de las guitarras. Lo peor del regalo fue que, nada más desenvolver el instrumento de su embalaje, el hombre se puso a tocar todas las canciones que recordaba de sus años de juventud, sin pasar por alto aquellas que había hecho con el que fuera su grupo, ella ya no recordaba el nombre de dicho grupo, pues nunca ponía mucha atención a los desvaríos nostálgicos del viejo.
Comenzó a buscar por las tiendas del centro de Valladolid y, al final, acabó en la vieja tienda de discos del DJ Leonato. Se le había ocurrido una idea genial: iba a comprarle a su padre alguna antigualla de CD, de las que tanto le gustaban. Aunque todo el mundo se bajaba la música por internet, su padre era de los pocos nostálgicos que seguían acudiendo a las escasas tiendas de discos que sobrevivían, como si se tratase de tiendas de antigüedades. En ellas encontraba aquellos grupos descatalogados de los años 90, su época favorita. La tienda de DJ Leonato era la favorita de él, pues era la tienda de su gran amigo de juventud, otro nostálgico rebelde que se negaba a rendirse a las tendencias modernas. En su tienda podías encontrar todas las rarezas habidas y por haber: aquel directo de los legendarios The Police que nunca se había editado...pues él lo tenía; o aquella canción inédita de Kurt Cobain que éste había escrito la misma tarde en que se metió una pistola en la boca y apretó el gatillo...también estaba en su tienda. 
Uxía, en vez de perder el tiempo buscando entre los diferentes estantes de discos (llenos de polvo pero meticulosamente organizados y ordenados), se fue directa a buscar al dueño de la tienda, al que ella consideraba como su tío, aunque no hubiera ningún vínculo de sangre entre ambos. 


- Hola tito, necesito sorprender a mi padre con un buen CD
- Pues espero que tengas suerte.
- Lo digo en serio, tito. Quiero hacerle un regalo que le guste de verdad. ¿Qué me aconsejas?


El señor Leonato la miró por encima de sus pequeñas gafas en silencio durante unos diez segundos, y luego salió de su mostrador y se puso a caminar entre los estantes. Echaba ojeadas a un lado y a otro, hablando para sí entre dientes, hasta que de pronto se paró delante de un estante determinado. 


- Creo que tengo lo que buscas. Tu padre siempre quiso tener este disco pero, por una causa o por otra, nunca se lo compró, y siempre pensó que descargárselo de internet era un sacrilegio. Este era uno de sus grupos favoritos.
- Me lo quedo, gracias tito, ¡eres un sol!
- La joven le dio un beso en la mejilla al comerciante cuando este le dio el cd embalado para regalo y le dijo que se lo daba gratis, todo un alivio para su bolsillo.
- Por cierto, a ver cuando cambias de bolso, ese te queda fatal.
- Ya lo sé, pero fue el regalo de papá para mi 22 cumpleaños, y no le puedo romper el corazón. Quizás un día de estos lo pierda.


Salió corriendo de la tienda y marchó directa para casa, tenía el tiempo justo para llegar a ayudar a sus padres a poner la mesa para cenar.
Después de la cena, su madre apareció con un pastel con dos velas, un 6 y un 0, la edad que acababa de cumplir su padre. Después de soplar las velas llegaron los regalos. Uxía estaba emocionada por poder regalarle a su padre algo que realmente él desease, así que prácticamente no podía esperar el momento de darle su regalo. 


- Espero que te guste, creo que hace mucho que lo buscas.
- A ver qué es.....


El hombre rompió con ganas el envoltorio y sacó el CD mientras su cara cambiaba poco a poco.


- ¿Qué pasa?, ¿no te gusta?
- Mmm, Sí, sí, mucho. Siempre he querido tener este disco de La Oreja de Van Gogh.


En una tienda de discos del centro de Valladolid, el dueño, completamente solo, se retorcía de risa imaginándose la situación.

4 comentaris:

Miguel Emele ha dit...

Ah, ¡Qué gamberrete! Ja, ja, muy bueno. Yo a veces he regalado pipas, chupachups, globos y chucherías varias... envueltos por separado. Claro que lo acompañé de algún libro al final para remediar la broma. Un abrazo.

Wambas ha dit...

Jejeje, tengo ganas que lo lea un gran amigo mío, a ver si le parece gracioso.
A ver si deja comentario y lo sabremos.
Un abrazo

Unknown ha dit...

Estimado amigo y admirado escritor, comprenderás que de todos tus relatos éste es el que más me ha emocionado, por motivos que bien conoces. Y esto ya es decir mucho.
Un abrazo sincero y lleno de amistad, pero de la buena.

Wambas ha dit...

Hola Miguel. Me alegro que te haya gustado, este año quería hacerte un regalo un poco diferente, y además, enfocado de una forma diferente. Espero haberte sorprendido tomando de protagonista del relato a tu hija, y ojalá puedas recordar con una gran sonrisa este relato dentro de 22 años.
Un abrazo inmenso para mi hermano negro, jejeje

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